Este fin de semana nos fuimos (quisiera decir de campamento, pero no fue así) al Cerro Verde. Alquilamos una cabaña en el Cerro Verde (info aquí) y nos fuimos con mis tíos y mi abue a pasar un poco de frío al Cerro Verde.

Ya una vez con el sol bajo el horizonte, llegó el momento de empezar a ver que ondas con la cena, el viento empezaba a sentirse y sobre todo la temperatura que empezaba a bajar, algo que si me impresionó bastante fue el hecho de tener la comida y el chocolate intentando calentarlo en una fogata y a pesar que el fuego estaba muy encendido, las cosas tardaron muchísimo en calentarse por el mismo viento y frío que hacía.
El hecho de estar alejado de ciudades grandes y la poca contaminación ambiental en la zona dejaba ver un cielo totalmente estrellado, y con lo que me gusta ver las estrellas... se imaginarán lo emocionado que estaba, en especial cuando logré ver dos estrellas fugaces. Ya conforme la noche fue avanzando la temperatura bajó hasta unos, me atreveré a estimar, 10°~12°C, que sumados al viento que hacía... volvía bastante interesante el factor frío. Luego de un par de pláticas y una que otra partida de charadas con mis tíos, decidimos que la 1am era una buena hora para irnos a dormir.
No eran aún las 6am cuando todos ya andábamos levantados otra vez, no se si el frío no nos dejaba dormir o la emoción del precioso amanecer que estábamos por presenciar. El día empezó bastante bastante frío y nos tomó mucho tiempo cocinar con eso que el viento no dejaba que el fuego calentara las cosas. Ya una vez comimos empezamos a dar un tour de reconocimiento en la finca esta donde estaba la cabaña, la cual debo admitir que no está para nada mal... con tal de pasar un rato ameno con tu familia o amigos, te la pasas super bien.
Ya luego que regresamos, el hecho de no haber dormido mucho por la noche hizo que uno a uno empezáramos a buscar un sofá... una sombrita... o incluso regresar a la cama y descansar un rato más, el clima era perfecto para hacerlo, unos 18°C que te hace sentir como en un aire acondicionado natural.
Luego pues había que almorzar y empezar a preparar todo para regresar, eso si no sin antes la respectiva sesión de fotos.
Ya el camino de regreso si se vuelve un poco más rápido que el de ida, con eso que todo es bajada es un menor esfuerzo en el carro. Al regreso pasamos por un mirador hacia le Lago de Coatepeque, desde donde se puede ver muy muy bien.
Para cerrar un poco, estando a allá arriba solamente se me vino a la mente el poema de Alfredo Espino:
¡Dos alas! Quien tuviera dos alas para el vuelo,esta tarde en la cumbre casi las he tenido,y con el loco deseo de haberlas extendido,sobre aquel mar dormido, que parecía un cielo...
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